domingo, 2 de septiembre de 2012

Uno, dos, (fin)


Un cuaderno apurado que me lee en voz baja mi último relato de mujeres.
Un café diabético, que echa humo por las orejas, apuñalado por la cuchara.
Un teléfono en silencio, calculando los minutos que faltan, para que salga el sol.
Una camisa a cuadros que el pasado se olvidó sobre mi cama.
Una canción que tararea tu nombre y me asesina.
 /suele ser duro aprender/.
Un sobre de papel madera.
Una foto impresa de mis pies en toda tu eternidad.
Un pañuelo color atrasado que compre por veinte pesos para esconderme.
Un libro de Borges que robé de la biblioteca para llenarte los pulmones.
Un cigarrillo fumado a medias (con nadie) a punto de morir enemistado con el cenicero.
/Donde estemos juntos será nuestro hogar/
Una imagen en la retina. El recuerdo, del recuerdo, del recuerdo de tú comida en lata,
de una cebolla mal cortada, a punto de llorar.
Un vaso roto y astillado en las palmas de mis manos. (Sangran y duelen amor, sangran y mueren)
Dos pasajes de ida en la boletería 29, a las nueve de la mañana.
Un cuaderno rojosangre que se exilió de mi cuarto, y se mudó al barrio donde nos gusta sentarnos a fumar.
Una cerveza helada que vomita restos de piel humana. Que nos lame las lenguas.
Una gata en el bar que nos invita a dormir con una de sus mozas.
Un insomnio imposible relleno de los medicamentos que receta la conciencia, de pastillas rosa-chicle que se nos caen de la boca.
Un pacto sellado a la orilla de un puente-testigo.
Un viaje a Madrid en la cuenta de sueños por romper.
Un beso silencioso de último momento, atropellado por un colectivo de eterna distancia.
Una luna que se estira como gata.
Una siesta abrazado a mis piernas (y las cicatrices que siguieron).
Una grulla de papel que cazaste con tus dedos llenos de pólvora.
Una palabra. Quiebre.
/Descubrimos como eran las cosas/
Un amor de verano improbable.
Un invierno helado/infinito/precioso en las venas.
Una serpiente color roja, de ojos verdes y veneno impronunciable.
Una terminal que llora lagrimas de leche tibia y miel.
Un colchón desnudo, repleto de almas.
Una colección de caricias encerradas entre las calles y la luz, siempre encendida.
Un cuerpo reducido.
Una existencia incompleta.
Un amor siempre tarde.
Una mujer a medias.
Un poema infinito.
Un inventario.
/mi parte insegura/

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