Siempre se muerde las uñas (mal) y se friega los
ojos sin miedo a que se le corra el maquillaje. (No usa).
Se envuelve en ropa rara. Pocas veces alegre. Sus
sentimientos más puros, nunca caminan con nadie. No se viste elegante. Usa zapatillas
36.
Tienen un piercing en la lengua que muerde cada
tanto para que no se le escapen las palabras. Porque a veces tropieza con el
pasado, pero siempre logra cruzar la calle a tiempo.
No cuenta (casi) nada. Emite y recibe sus propios
mensajes. Pocos admiran (realmente) sus palabras. Mira con los ojos perdidos en
la pantalla de un teléfono (se estará escribiendo a ella misma?)
No escucha historias infantiles que no sean
contadas por niños. (“Siempre preferí a los niños” me confesó sin pudor).
Cuando se levanta no habla. Solo se cubre los
ojos de los primeros puñales del sol.
Se estira como gata.
Antes de acostarse le cuesta parar. Y escribe
todo lo que está a su alcance. Con o sin lápices.
Segundo día en mi cama.
Y en el cuadro que dice “CAFEÍNA” justo atrás de
la puerta, ella dibujo un corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario