miércoles, 22 de agosto de 2012

Volví a soñar con ballenas.


Me habló de amor y le creí.
Es que me lo dijo un jueves,
y era septiembre,
y el balcón estaba mojado
y desnudo,
porque los balcones
en septiembre siempre están
mojados y desnudos.
Es que era jueves
y septiembre
y estábamos locos
y solos
y no nos animábamos
a asomarnos a ver el mundo.
Porque abajo de los balcones hay guerras
y garras,
hay gente que se come a otra gente,
abajo hay hermafroditas
que usan pelucas extrañas,
y muerden a sus hijos muertos,
abajo hay ballenas incendiadas,
nefastas
y crueles
que se estrellan con los edificios
en el sangriento acto
de amanecer vivo en la ciudad.
Abajo
vértigo significa
caerse de la cama.
Porque somos historia,  poema
una foto en una poema que está dentro de un libro,
un conjunto de palabras estériles
que no viven nunca,
una paleta de colores destruida por exceso de luz,
somos la morgue donde los amigos que se fueron más allá del cosmos,
se fuman las estrellas,
y lamen las nubes como caramelos sabor angustia.
Pero también somos la ausencia del color,
la enfermedad, la locura
somos caníbales
y sinónimo de morbo,
amenazamos a la raza entera,
y violamos las leyes del rey
mientras lloramos lágrimas de semen.
Somos nuestra peor pesadilla,
nuestro espejo maligno.
Somos reflejo
y somos Narciso.
Una página en blanco,
un dedo que sangra,
una lengua que lame.
Somos un sueño
dentro
de
otro
sueño.

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